Desde Siri hasta automóviles autónomos, la tecnología hoy nos obliga a vislumbrar un futuro prácticamente utópico, casi como lo describió Aldous Huxley en su novela más popular “Un mundo feliz”, en la que plasma de manera visionaria un futuro científicamente determinado.
Como lo dice Max Tegmark, presidente del Future of Life Institute: “Todo lo que nos gusta de la civilización es un producto de la inteligencia, por lo que la amplificación de la inteligencia humana con la inteligencia artificial tiene el potencial de ayudar a florecer la civilización como nunca, siempre y cuando consigamos mantener a la tecnología a nuestro beneficio”.
Diariamente escuchamos términos como Inteligencia Artificial, machine learning y deep learning, aquí la diferencia entre cada uno de ellos:
La Inteligencia Artificial (IA) se refiere al uso de computadoras para imitar la inteligencia humana que se sustenta en la lógica basada en reglas, árboles de decisión y otros métodos formales para emular el pensamiento de los seres humanos.
El machine learning es una forma de IA que analiza datos y técnicas para mejorar la eficiencia de las tareas repetitivas.
El deep learning es un subconjunto del machine learning y se refiere a las máquinas que aprenden identificando y probando opciones competitivas entre sí para descubrir la mejor solución.
Muchas son las interrogantes que se plantean alrededor de estas tecnologías del futuro, pero ¿cuáles son los verdaderos beneficios y riesgos que llevan implícitos estos avances? Echémosle un vistazo:
Las ventajas de vivir en el futuro
La IA es una herramienta que nos ayuda a tomar mejores decisiones, conectando los puntos a través de enormes conjuntos de datos y obteniendo ideas para resolver problemas del mundo real, ya sea como decidir cuál es la ruta más rápida para llegar a la oficina, o cuál es la mejor medicina basada en este genoma, o cuál es la mejor decisión financiera para tomar.
Si bien la IA es retratada por la ciencia ficción como robots con características similares a las humanas, tal como sucede en la película Inteligencia Artificial, donde un niño robot anhela ser “real” para lograr obtener el amor de su madre; la IA se podría definir coloquialmente como cuando una máquina imita funciones “cognitivas” que los humanos asocian con otras mentes humanas, como “aprender” y “resolver problemas”.
Todos hemos recibido alguna recomendación de productos, por ejemplo, en Amazon o eBay, o ver una película o serie basada en nuestros gustos en plataformas como Netflix o Blim; sin embargo, estos ejemplos sólo son una parte de lo que los algoritmos del machine learning pueden hacer a través de programas predictivos. Otros ejemplos serían el reconocimiento facial, detección de fraudes, filtros de spam en el correo electrónico, e incluso la conducción automática de vehículos.
Muchas empresas están en las primeras etapas de adopción de estas tecnologías; sin embargo, hay un número creciente de ejemplos en los que la tecnología inteligente se está utilizando para optimizar los sistemas y procesos en beneficio de los usuarios. Ejemplos de esto son Yelp, Pinterest, HubSpot, Uber y Expedia.
Los riesgos de abrir puertas a lo intuitivo
La IA está programada para acciones benéficas, sin importar cuál sea el método para lograr el objetivo y éste puede no ser muy positivo al final del día, al contrario, al “ver” los intentos humanos para detenerla se interpretaría como una “amenaza” al logro de su objetivo.
Los sistemas cada vez demuestran que son altamente capaces de tomar decisiones basadas en datos y sus extraordinarias habilidades en una partida de ajedrez, por ejemplo; sin embargo, también se ha demostrado que son incapaces de justificar sus respuestas, es decir, saben que deben lograr un objetivo, pero no saben por qué deben de hacerlo.
Según la predicción de Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, la Inteligencia Artificial basada en el machine learning coincidirá y superará las capacidades humanas en las áreas de visión por computador y reconocimiento de voz dentro de 5 a 10 años. Esta predicción se realizó unos meses antes de que los mismos desarrolladores de la red social, tuvieran que desactivar un algoritmo que tenía la finalidad de llevar a cabo conversaciones prácticas, después de que éste desarrollara su propio idioma sin que nadie pudiera entenderlo, dejando en evidencia que la inteligencia artificial, con el nivel de tecnología alcanzado en la actualidad, ya es capaz de superar al maestro.
Y más allá de una futura rebelión de las máquinas como supone la ciencia ficción y algunos temerosos, el riesgo real de la IA es que podemos poner demasiada confianza en los sistemas inteligentes que estamos construyendo sin poner tanta atención en alinear nuestros objetivos a la hora de programar los sistemas.
Y entonces, ¿el problema? Podemos hablar de algunas cuestiones legales y éticas. Ante un accidente imposible de evitar en un vehículo autónomo (automóviles, aviones o drones). ¿Cómo podría el vehículo saber cómo minimizar los daños a los humanos y a quién debería proteger más, por ejemplo, tratándose de un bebé a bordo?
Otro gran problema es la pérdida de datos. Utilizamos computadoras, teléfonos inteligentes y otros dispositivos para almacenar casi todos nuestros documentos, archivos, imágenes y videos importantes. Una vez perdido, no es posible (o muy difícil) recuperar esta información. Esto puede causar serios problemas a sus negocios.
Pero cualquiera que sea el futuro, no hay duda de que las amplias aplicaciones de la Inteligencia Artificial tienen el potencial de crear el mismo o mayores beneficios que las grandes revoluciones industriales del pasado. Sin embargo, como bien indica el inventor y empresario Elon Musk, es muy importante ser proactivos en lugar de reactivos en cuanto a la regulación de la Inteligencia Artificial se refiere.
El futuro está aquí. Por lo tanto, es mejor aceptar los cambios en el mundo que vivimos y aprovechar todas las características sorprendentes que la Inteligencia Artificial nos tiene que ofrecer. Debemos permanecer siempre vigilantes y prepararnos para dar soluciones creativas a las eventualidades que podrían surgir de este cambio dinámico sobre el funcionamiento de nuestra economía y sociedad.