Hace algunos años tenía un buen empleo en una agencia de marketing digital. A pesar de ciertas diferencias, aprendía mucho del equipo, los clientes eran interesantes y había buen ambiente. También me capacitaron en link building, mi profesión actual, y la base de mis ingresos.

Pero yo -aún agradecida- no me sentía conforme y consideraba que trabajar de forma independiente era más adecuado para mí.

Como muchas personas que sienten lo mismo, elaboré un plan que me permitiría conseguir algunos clientes particulares para sustentarme y ser mi propia jefa. En mi mente esa transición duraría unos tres meses y mis cálculos eran muy alentadores.

Claramente, estaba equivocada. No sólo demoré más de dos años en conseguir los ingresos que necesitaba para dejar mi empleo fijo sino que todos mis planes demasiado optimistas se volvieron en mi contra y me hicieron perder tiempo y energía. Por ansiedad tomé malos clientes y aunque trabajaba más de 60 horas semanales no llegaba a pagar mis cuentas. La frustración y el exceso de esfuerzo -mal orientado- me desgastaban mucho y a fin de mes los resultados eran desalentadores.

Por instinto, seguí intentando y cambiando mi forma de trabajar hasta encontrar un camino más certero. Y luego de aprender a tomar mejores decisiones, lo que era sólo un proyecto propio se transformó en UpLisboa, una pequeña pero creciente agencia de link building y SEO donde trabajamos varias personas que nos profesionalizamos cada vez más. Y todas nos sustentamos del proyecto.

Este camino -que apenas comienza- me dejó algunas enseñanzas que considero que son útiles para cualquier freelancer o para todo el que desee trabajar de forma autónoma. ¡Aquí las comparto!

1 – Especialízate

Suena a cliché pero es real. Abarcar menos y hacerlo bien es drásticamente más rentable que intentar brindar un servicio o cartera de productos amplia. A veces suena tentador ofrecer mucho porque parece que nos llevará al éxito, pero es todo lo contrario.

Ahora bien, ¿cómo elegir en qué especializarnos? Mi sugerencia es equilibrar entre lo que sabes hacer bien, lo que disfrutas y ante todo, lo que el mercado necesita. Presta atención: ¿hay productos/servicios en tu rubro que se venden prácticamente solos? ¿Te llegan consultas repetidas sobre un tema en particular? Elije algo que se venda bien y que medianamente te agrade y aprende a hacerlo con alta calidad: optimiza tus procesos de comunicación, elaboración y entrega, pero sólo en ese nicho. Luego habrá tiempo para diversificar.

2 – No dependas económicamente del proyecto

Es quizás lo más difícil, todos enfrentamos la ansiedad de querer vivir de lo que nos gusta. No obstante, para cuidar tu proyecto es mejor planificarlo sin pedirle dinero durante un buen tiempo. Necesitará meses o años para crecer de forma orgánica y durante ese proceso irás tomando mejores y peores decisiones que te ayudarán a corregir el rumbo sobre la marcha. Si está en tus posibilidades, procura un ingreso fijo por otros medios.

3 – Sé pesimista para planificar

¿Consideras que lograrás un determinado objetivo de ventas en cierta cantidad de tiempo? Bueno, duplícalo o triplícalo y toma eso como base. Lo mismo con el volumen de ingresos y de egresos. Imagina escenarios pesimistas al planificar, no por desconfianza, sino para prepararte para lo peor que pueda suceder. Si las cosas salen mejor de lo planeado (que es muy probable), te será más fácil actuar y tomar decisiones que si planificas un futuro sin tropiezos. Puedes leer información sobre la Falacia de la Planificación, verás que todos solemos caer en lo mismo.

4 – Huye de los malos clientes

¿Desprecian tu trabajo para conseguir mejor precio? ¿Te piden presupuesto por mil cosas y siempre les parece caro? ¿Pagan/ofrecen poco y exigen mucho? No lo pienses dos veces, huye. La experiencia siempre es buena y puede suceder que tengamos precios no competitivos. Pero si desde el principio nos cuesta entendernos con un posible cliente, lo más probable es que terminemos invirtiendo muchísimo tiempo y energía en alguien que no nos dará un retorno acorde (económico o de aprendizaje). Usa ese tiempo en mejorar tus procesos, tu comunicación y tu profesionalismo, o en buscar clientes mejores.

5 – Aprende a elegir al equipo

Fácil decirlo, difícil hacerlo. Y no hay forma de aprender sino con las experiencias (buenas y malas). Pero como recomendación, intenta prestar atención al estilo de trabajo para saber si es compatible con el tuyo: ¿son personas realmente responsables? ¿Tienen criterios de calidad similares a los tuyos? Por supuesto, deben saber hacer (o poder aprender) la tarea que se les encomienda y comprometerse con ello. Esteban Cervi, nuestro socio y el creador de Neolo.com una vez me dio un gran consejo al respecto:

“Tienes que buscar personas que hagan lo que haces tú, pero mejor. Y con ellos armar tu equipo”.

6 – Aprende de administración

No podrás escapar. Si no tienes conocimientos sobre finanzas, administración, impuestos, sobre tus obligaciones y derechos, deberás obtenerlos. Puede ser un aprendizaje progresivo con los meses y los años. Pero para llevar tu trabajo a un nivel más profesional, tendrás que tener una apertura mental importante hacia estos temas. Posiblemente pase mucho tiempo hasta que lo puedas delegar.

7 – Procesa tu ego y tus emociones

Así como no debes mezclar tus finanzas personales con las de tu trabajo, es bueno no hacer depender tu autoestima del éxito de tu proyecto. No recomiendo (ni considero posible) separar las emociones del trabajo, somos seres humanos. Pero sí ten paciencia con los avances comerciales y no tomes los intentos fallidos como fracasos personales. Un buen tip es evitar las decisiones de trabajo cuando estés muy feliz o muy triste, ya que pueden sesgar tu mirada que -para el proyecto- deberá ser racional.

Y siempre recuerda que absolutamente todos nos equivocamos y tomamos malas decisiones. No dejes que la frustración te quite energía para seguir intentando y dar lo mejor de ti.