Todas las grandes tecnológicas tienen su propio proyecto y están quemando millones y millones en los pocos expertos que hay actualmente

Facebook apaga una inteligencia artificial que había inventado su propio idioma

Google, Apple, Facebook, Amazon, Facebook… Los grandes nombres de la tecnología actual están obsesionados desde hace un par de años con una misma cosa: la inteligencia artificial. Pese a ser un concepto todavía complejo y desconocido por el gran público, todas ellas están gastando millones en conseguir que lleguen a sus usuarios y consumidores.

Construir teléfonos que te escanean la cara o que pueden hablar y anotar tu agenda sin que tú casi te enteres no es fácil, ni barato, y por ello, como publica el New York Times, todas están persiguiendo a los pocos expertos que existen en estos temas con sueldos millonarios con tal de tener a los mejores especialistas.

El típico sueldo de un doctorado en temas relacionados con la inteligencia artificial ronda hoy en día entre los 300.000 y los 500.000 dólares anuales, que en euros son 255.000 y 425.000, aproximadamente. A esto ha yque sumar también las acciones de las empresas, que también reportan beneficios extra. Aunque ninguno de los aludidos en el reportaje del NYT han dado su cara y hablan desde el anonimato, aseguran que en tan sólo cuatro o cinco años han podido conseguir cifras que superan los diez millones, algo similar a un atleta profesional.

Google, por ejemplo, reveló que uno de sus grandes talentos en inteligencia artificial, Anthony Levandowski, se agenció fácilmente 120 millones en incentivos poco antes de unirse a Uber en 2007, donde ha sido el punto clave de una amarga pugna entre ambas compañías en torno a la conducción autónoma.

¿Y por qué estas cifras tan elevadas, incluso para lo que paga Silicon Valley? Por un lado, la colisión casi literal con la industria de la automoción. Google, por ejemplo, está metida hasta el cuello en los coches autónomos y quiere mantener una posición de poder pese a haber llegado tarde a la vez que repele a los fabricantes clásicos de coche, que también están haciendo avances.

Por otro, que no hay suficientes expertos y están muy solicitados. La típica disyuntiva capitalista de la oferta y la demanda. Los gurús de la IA ahora mismo con diamantes en bruto y se calcula que, en todo el mundo, habrá unas 10.000 personas especializadas en las necesidades de las grandes tecnológicas en este campo.

Google pagó 650 millones en 2014 por DeepMind, su actual laboratorio de desarrollo de inteligencia artificial, pero hoy en día los costes sólo en personal ascienden a 138 millones al año. Más allá del dineral que están quemando las grandes tecnológicas, esta tendencia está negando un lugar a las empresas más pequeñas en el desarrollo de este área. Ya sea por las pasadas adquisiciones de las grandes o porque hoy en día es más atractivo y lucrativo trabajar en ellas, las pequeñas compañías de Silicon Valley no pueden invertir o competir en el desarrollo de mentes virtuales.

Mientras lidian con estos gastos, las grandes están intentando crear nuevo talento en torno a la inteligencia artificial, y para ello Google o Facebook tienen cursos e iniciativas con dicho objetivo. Los conocimientos necesarios en torno a los conceptos del ‘deep learning’ no son tan complicados en cuestiones matemáticas. El problema reside en el conocimiento más específico en áreas como la conducción, la salud o la robótica que hacen falta para aplicar tal saber.

Todo apunta a que esta situación se va a normalizar en unos años, pero mientras tanto, crear y aprender y desarrollar y mejorar inteligencias artificiales sale muy caro, incluso a gigantes como los citados.